El Athletic tomó anoche Old Trafford y no se fue con la eliminatoria
resuelta, con una goleada de escándalo, por un gran De Gea y la mala
suerte. Fue histórico el baño de fútbol que pegaron los Bielsa Babes,
que ya se merecen tal apodo, al subcampeón de la Champions. Había que
ver a Rooney achicando balones en la izquierda, a Ferguson replegando a
su equipo ante la realidad de que la única manera de hacer daño a los
leones era al contragolpe. Este Athletic es ya muy grande y cada vez se
parece más en fútbol al Barça. Sí, han leído bien, al Barça.
Si les parece exagerada la comparación siéntense hoy a ver sus dos
primeros goles, que levantaron un partido que había puesto difícil
Rooney por un acelerón de Giggs, el eterno zurdo de seda, y una
genialidad de Chicharito. Este Athletic de Bielsa cree tanto en lo que
hace que se puso a remar, a tocar, con un Iturraspe excelso, un Llorente
inabordable y un Muniain desbordante. Fabricar en el Teatro de los
Sueños una docena de ocasiones claras, chutar 26 veces y doblar en
córners a los locales no está al alcance de cualquiera. Únicamente De
Gea, con una actuación estelar, dejó la intriga para un San Mamés que no
fallará. El meta y la mala fortuna en un penalti in extremis por mano
de De Marcos. Tan claro como el que no se señaló en ese área a Llorente
con 0-0.
El equipo bilbaíno debía afrontar la cita sin presión, pero la masiva
movilización de aficionados obligaba a dar una respuesta de la magnitud
del encuentro. Se superaron. La duda de si el aliento serviría para
llevarles en volandas o haría que les pesasen las botas ante un United
muy precavido se disipó bien pronto. La pelota fue siempre visitante y
sólo inquietó la imaginación de Giggs. Los tantos de Llorente, De Marcos
y Muniain quedan ahí para la historia, pero debieron llegar varios más.
Una celebración muy contenida
El Athletic se contuvo en su celebración final y aunque levantaron
las manos unidas ante su público, no quisieron desatar la euforia por
dos razones, porque falta el partido de vuelta y por el gol in extremis
en un penalti inesperado. La afición, eso sí, no se quería ir de la
grada. Estuvo de diez.
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